La moda de la Selva Negra

27.11.13







El azúcar era la sal. Al gato le decía araña y atendía los requerimientos del abuelo sólo


cuando le llamaba nube. Con él hablaba ese idioma y así se entendían. En una helada,



el anciano tropezó y falleció sin que estuviera previsto. Óscar lloró a boca abierta la gran



pérdida y no había consuelo. Pasó como una pelota de unas manos a otras y acabaron



llevándolo a un orfanato. Allí le quisieron enseñar. Los números, las letras y las



palabras. Como nadie compartía su lengua se parapetó en un silencio inaccesible. Si



respondía era con gestos. En sus paseos al campo se dirigía a los gorriones y comunicaba a



su manera con las martas.



Al centro llegó una niña pelona y desdentada. La sentaron a su lado en la clase. Le



regaló plumas, hojas del otoño y le prestó su colección de caracolas de mar. Óscar las




acercaba a su oído y pasaba horas escuchando el sonido de las olas. El día que ella le



preguntó su nombre él puso su dedo índice encima de un cumulonimbo. La nena sonrió y



después de unos segundos contestó que a ella, aunque pareciera una estrella, podía



llamarla luna.





Texto escrito para la convocatoria de este mes en  ENTC. El tema es 


Inventa una palabra.     

2 comentarios:

  1. Mei, un relato muy tierno que muestra lo difícil que debe ser encontrarse en un lugar extraño y no poder comunicarse como uno quisiera. Aunque al final, como casi siempre ocurre, siempre se encuentra a esa persona que te entiende.

    ¡Suerte!

    Abrazos.

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  2. Qué hermoso cuento, sensible, imaginativo y bien escrito. besos y rosas.
    senddero.wordpress.com

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Seguramente hay oro en tus palabras