La moda de la Selva Negra

15.6.13

Inevitable





Los participantes se estrujan en el punto de salida. Esperan pacientes o con tembleque, según el talante del deportista, el pistoletazo para la carrera. A una, corren desbocados. Los más atléticos se pavonean convencidos de su éxito, los ancianos sacan fuerzas de flaqueza, seguros de que lo importante es concursar y los adolescentes sueñan con una primera victoria en la vida. El sol les fustiga con azotes de calor. Lipotimias, esguinces, desmayos intencionados, dejan a los primeros fuera de la competición. Los que quedan luchan con denuedo. Se suceden los abandonos. Sensación de fracaso, derrotas y heridas abiertas en el orgullo. En los últimos kilómetros del maratón la tortuga en la pista avanza a marchas forzadas con lentitud. Le sigue unos metros por detrás un hombre jadeante pero de pies ligeros. Los demás corredores o, bien han dejado el maratón o, bien se refugian en la lontananza retrasada de un polvoroso pelotón. Aquiles, con rostro ensombrecido, acusa cansancio. Al fin y al cabo, tiene que aceptar que el quelonio cruzará inexorable la línea de la meta, con ventaja infinitesimal, dejándole en ridículo y, lo que más le duele, tendrá que darle la razón a Zenón, el de Elea.

5 comentarios:

  1. ¡Qué bueno, Mei! Perfecta amalgama de intertextualidad.

    Un abrazo.

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  2. Prudente la tortuga logra arrancar una victoria a la prisa.

    Saludos

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  3. es como una fábula de las que leia
    Aplauso

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  4. Mei, un micro muy deportivo y que conjuga la historia con la realidad. Hoy en día las maratones se han convertido en una fiesta al mismo tiempo que en una batalla entre los corredores más avanzados. Y como cualquier largo trayecto, lo importante no es la velocidad de salida sino el ritmo que te ayude a llegar a la meta.

    Muy buena cadencia.

    Besos.

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  5. Ahora que he decidido salir a correr no me importaría participar en esta carrera de fábula de Esopo.

    Un beso!

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